El León Alado y el Regreso del Celo

Interesting 35 years old and up 2000 to 5000 words Spanish

Story Content

La pata poderosa dejó una pluma caer, un anuncio silencioso de su llegada. Una sola pluma, danzando en el aire, un presagio de lo que estaba por venir. Mario (el león protagonista), poderoso y con una mirada cargada de propósito, pensó para sí mismo: 'Ha llegado el momento...' Era hora de esparcir su semilla, de dejar su huella en estas tierras salvajes.
A lo lejos, bajo la sombra fresca de los acacias, dos leonas descansaban. Una, de pelaje amarillo como el sol del mediodía, y la otra, de un café terroso como la tierra fértil. Parecían hermanas, unidas por lazos invisibles de sangre y camaradería. De los árboles comenzaron a caer plumas, un fenómeno extraño que captó su atención. '¿Qué es eso, hermana?' preguntó Lena (la leona café), con la nariz arrugada, percibiendo algo inusual en el aire. '¿Lo hueles? Es... masculino, pero hay algo tan diferente en ello. Es esquivo, pero...'
Antes de que pudiera terminar, una figura majestuosa se materializó frente a ellas. Mario (el león protagonista), imponente, con plumas flotando a su alrededor como si estuviera envuelto en un halo mágico. “¡Saludos, damas!~” dijo con una voz profunda y resonante que hizo vibrar la tierra bajo sus patas.
Lena, con la guardia en alto, frunció el ceño. Detrás de ella, Sasha (la leona amarilla) miraba con asombro al recién llegado. Sus ojos se posaron en la entrepierna del león, y su expresión se tornó lasciva. 'Son enormes...', pensó en voz alta, con una fascinación apenas disimulada.
'¡E-Ey! ¡Hermana, aléjate de él!' gritó Lena, furiosa por la audacia de Sasha y por la extraña atracción que ella misma sentía.
En la distancia, casi como un susurro del destino, la voz de Mario resonó: “Tienes mi bendición”.
El león se acercó a Sasha y con una de sus patas tocó su trasero. 'Perfecto…', murmuró mientras Sasha instintivamente alzaba su trasero hacia él. Un líquido transparente comenzó a escurrirse de ella, señal de que el celo estaba comenzando a apoderarse de su cuerpo.
Lena observaba la escena, con un rubor creciente en sus mejillas. Estaba sentada sobre sus patas traseras, dándole la espalda a la pareja, pero su cabeza giraba involuntariamente hacia ellos. También de ella comenzó a gotear un líquido similar. 'Este sentimiento… ¡Mi celo no debería estar tan cerca!' pensó con pánico, luchando por resistirse a la influencia del extraño león.
Mario, ahora completamente consumido por el deseo, lamió con avidez la vulva de Sasha. Ella gimió de placer, cediendo por completo al torbellino de sensaciones que la embargaban.
Tras saborear los fluidos de Sasha, Mario pensó con satisfacción: 'Mmmm... funcionó'.
La cópula fue rápida y furiosa. Mario penetró a Sasha con fuerza, sellando su destino y el futuro de sus cachorros.
Tras culminar el acto, Mario jadeó, satisfecho sobre la espalda de Sasha, sus instintos primarios colmados. 'Bueno, eres una pequeña joya hermosa. Producirás unos cachorros encantadores'. Desde la distancia, un gemido apenas audible rompió el silencio. 'P-por favor…'
La cabeza de Lena surgió entre los arbustos, su rostro congestionado por la lujuria. '…¡¡A mí también!!' suplicó, desesperada por recibir la misma atención.
Mientras tanto, a la distancia, un León Negro acechaba en la pradera. Una pluma solitaria yacía en el césped, un rastro misterioso de los acontecimientos recientes. 'Llegan tarde...', murmuró para sí mismo. '¿Y qué es ese olor extraño...? ¿Una pluma...?'
De repente, la voz de Mario resonó en el aire. 'Hey'.
El León Negro observó con incredulidad como Mario, con la leona café empalada en su pene, la abrazaba contra su pecho. Lena gimió de placer, completamente entregada. Mario miró al León Negro con una mirada enigmática. '¿Son estas tus hembras?' preguntó, como si nada extraordinario estuviera sucediendo.
De cerca, el torrente de semen que rodeaba el pene de Mario dentro de Lena era evidente, una promesa palpable de vida.
Mario se puso de pie sobre sus cuatro patas, su pene goteando con la esencia de la vida. Llamas amarillas danzaban en sus ojos. 'Llévenme al resto de su manada y les otorgaré mi bendición'.
A cierta distancia, dos panteras grises observaban la escena con creciente alarma. La pantera de gris más oscuro, sentada sobre sus patas traseras mientras se acicalaba una pata, era la madre de Maya (la pantera gris claro). Maya, más joven y de pelaje menos sombrío, miraba en dirección a los leones. '¿Madre...? ¿Quién es ese león tan grande?'
La pantera mayor, Anya (la pantera gris oscuro), dirigió su mirada hacia Mario. 'Esos… esos ojos…'
Anya cerró los ojos con fuerza, sintiendo un poder arrollador. '¡¡No lo mires!!'
El suelo tembló mientras Mario avanzaba. Sus patas parecían crecer a cada paso, irradiando un calor abrasador.
Mario se acercó a Anya, su presencia llenando todo el espacio. Anya abrió un ojo tímidamente, encontrándose con la mirada penetrante del león. '¿Por qué resistirse cuando sabes lo que puedo darte?'
La pata de Mario rozó el vientre de Anya, dejando una marca brillante con forma de llama y un símbolo desconocido. Anya se estremeció ante el contacto.
Anya, incapaz de resistirse más, cayó al suelo sobre su espalda, su vulva supurando. 'Han pasado… años desde mi último celo…'
Mario la dominó, su pene introduciéndose en lo profundo de su ser. Anya se retorció de placer, aferrándose a una de las patas de Mario. Maya, sobre la espalda de Mario, observaba la escena con una mezcla de fascinación y aprehensión. Mario, sin dejar de penetrar a Anya, miró a Maya. '¿Feliz de tener nuevos hermanos?' Ella respondió con una sonrisa pícara. 'Sólo si me das a sus sobrinos'.
En un rincón, la lengua de Maya salió de su boca mientras la pata de Mario acariciaba su rostro. Ella se aferró a su pata con sus propias garras. 'Tu turno. Ahora. Levanta ese bonito trasero para mí'.
El cuerpo entero de Maya temblaba mientras apoyaba sus patas delanteras en la hierba y levantaba su trasero, dejando que un líquido transparente goteara. 'P-por favor… ¡hazme madre!'
Maya yacía boca abajo en el pasto, mientras Mario se movía sobre su espalda, penetrándola con su virilidad. Semen mezclado con el fluido producido por ella se filtraba de su coño semi penetrado, inundandola. 'Llenaré tu barriguita con mi camada'.
'¡Sí! ¡Por favor! Hazlo'.
El rostro de Mario se contrajo en una expresión de éxtasis mientras cerraba un ojo. 'Otra barriga para mi semilla y nnn.. i... i... nnn…'
De repente, Mario se desplomó en el suelo con un golpe sordo.
'¿Uh...? ¿Está bien?' exclamó el León Negro, acercándose al león aparentemente inconsciente.
El León Negro se inclinó sobre Mario, quien comenzaba a despertar. 'Es bueno verte de vuelta a tu tamaño normal. Las damas traerán algo de comida pronto. Ah… y podrías haber pedido unirte a la manada, por cierto'.
Mario se sentó, con la mirada perdida. 'Lo siento. No puedo quedarme. Se avecina una guerra. Los cachorros que engendré hoy jugarán un papel importante. Un destino que no puedo evitar'.
Extendiendo sus enormes alas, Mario se alzó en el cielo. 'Pero le otorgo a su manada una última bendición: un hechizo de protección para asegurar su seguridad Y permitirles seguir viviendo en esta tierra rica. Para agradecerles, Y pedir su perdón'.
**Unas Semanas Después…**
Sasha se acurrucó bajo la sombra de un árbol, sintiendo una nueva vida crecer en su interior. Recordaba con claridad la potencia y las peculiares llamas en los ojos del león cuando se corrió en ella. Un dulce dolor le recordaba los embates del acto salvaje. No imaginaba a cuantos gatitos dará a luz. Era algo muy ajeno a su cabeza. Le sorprendió a ella misma, tan leal y fiel a su manada haber sucumbido de esa forma a tal macho.
Lena se miraba el estómago, era algo nuevo en ella tener a pequeños seres vivos creciéndole dentro. Se tocaba los pezones mientras fantaseaba el ver cachorros prendidos de sus tetillas. Nunca creyó posible, pero la forma en la que le miró ese león alado, lleno de amor e implorándole, la consumieron y llenaron de calor, olvidándose hasta de Sasha.
Para Anya era muy distinto. Ella había sido madre tantas veces, ya casi no se acordaba de ello. Se sintió vigorizada por Mario. Unas feromonas que solo ella podía producir de la perfecta excitación es que le hicieran dar semejante trato especial sobre otras mucho mas jóvenes. Su edad le imposibilitaba el saber cuanto tenía, sin embargo en todo esos años desde mi último celo la volvieron mas preciada ante tan poderoso macho.